Jugué en contra del tiempo y siempre perdí. Busque entenderlo y nuevamente me ganó. Me veo avasallado por un extraño que reduce mis expectativas y me atosiga constantemente. Siento que debo superarlo pero es poco lo que me deja. Juego su juego sin quererlo.
Recuerdo aquella tarde que nuestros cuerpos desnudos lo vencieron sin proponerlo. La risa inhibió sus ganas de florecer. Poco nos acordamos de sus manesillas y con un poco de pudor le sumamos importancia para no subestimarlo demasiado.
En mi niñez poco tenias dentro mío. Pero cuando fuiste generando recuerdos de todo tipo tomaste una importancia que fue inevitable.
Me bañe en un rocío de primavera con la sonrisa de ver tus gotas acariciando mis pómulos. Supe que quizás eras un enemigo sin querer serlo. Que estabas de mi lado. Pero ante vació ese sentimiento, aquel grito desgarrador de los ojos avejentados desgarrando mi juventud.
Los rituales que dedique para vencerte solo lograban estresarme desorganizando mi centro.
Hoy te tengo a mi lado, y la bienvenida de una nueva era me recibió. Unos tambores marcan el ritmo de mi corazón. Cada pulso marca un segundo despreciado pero siento que es aprovechado. Un lugar amigo mío te hice en mi cama. Te espero hasta el día de mi muerte, que viene llegando con una calabera en tus manos. No te temeré más y será con un poco de felicidad el momento preciado
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