Sensaciones encontradas. Alegría y tristeza. Sentimientos raros rebuscados y forzados.
Entonces lo comprendí, estaba dentro del mismo abrazo mortal como una repetición sin final. Estaba encerrado en una burbuja girando a mí alrededor. Nunca supe que pasó por mí, pero las cosas se volvieron a repetir. Sin dudar, me encontraba inmerso de un Deja Vu. Esa interfase desconocida entre el subconsciente y el consciente. Tornándome menos cuerdo ante cada ciclo. No tenía salida. No podía escapar. Así fue como lentamente se apodero de mí. Las cosas sucedían redundantemente. Nada nuevo. Volviendo a la maldición o a la fortuna anterior. Ya no hay sorpresas. Todo lo que fluye se enterró en lo más oscuro de mis entrañas. Ahora el mecanismo iterativo poseía, de forma exclusiva, el control. Nuevamente se cometían los mismos errores que repitían sobre mi cabeza. El tiempo dejó de tener sentido.
La sensación causa estupor. Genera una conmoción de vacío en mí. Solamente florecen los fragmentos más oscuras. Ya no lo deseo pero me ha poseído. Por algún lugar de mis raíces surge una especie de placer. Como algún tipo de perversión. Disfruto fundiendome en mi fango. No consigo liberarme. Estoy encerrado. Mi cabeza no da más. Está en un círculo gravitatorio, parece no tener fin ni modificaciones. Cada elemento sabe que hacer con sigo mismo. El aburrimiento se despliega llegando a su máxima expresión. Pasaron los días buscando alguna modificación de la grilla.
Pero nada. Me está corrompiendo el interior. En este lugar dudo que algo se altere. Sinceramente, no encuentré salida. No hubo ninguna diferencia en cada ciclo iterativo. Me asfixiron plagiandose sin creatividad. La mediocridad es la vedette de esta ronda de miserias. Nadie quiere salir de este lugar pulcro por fuera y envenenado por dentro. Solo buscan perfeccionar la estructura y que está no sea parte de ningún elemento nocivo. Se encuentra todo muy cuidado, no hay posibilidad de error. Las reglas están preestablecidas. No hay escapatoria. No hay salida. No hay horizonte. Las repeticiones llegaron a mi cerebro que no puede suspender el ciclo.
De alguna manera se logró detener.
El plomo atravesó cada centímetro de locura, desgarrando cualquier tejido que interviniera en su camino. No quedó nada.
Fin de las repeticiones.
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