miércoles, 31 de octubre de 2007

Especies en Liquidación

"La impunidad se despliega irradiando los peores sentimientos en mi. Me congelo enmudecido. Mis fuerzas se esfumaron formando parte de este aire viciado.
El grito desesperado rompe mis entrañas, desgarra cada fibra íntima. Quisiera defenderme pero la impotencia domina la situación. Mis plegarias no llegaron al sol y están generándome un vacío existencial. Me exaspera pensar que dependo de esos seres. Me creo inferior, alguien rompió nuestra igualdad. Me quitan el aire que yo les doy."

Esos sentimientos recorrían su alma cuando una autopista interceptó su camino.
Los dos no pudieron coexistir. Pulseada despareja. Pelea entre un ciego anciano y un duro preparado.

El pueblo entero se reunió para verlo caer. Un leve murmullo era la música del lugar. El enorme ombú reconoció a cada espectador: El vagabundo y su perro, que usaron su sombra por largas siestas; El viudo que por las mañanas acariciaba sus hojas porque le hacían recordar al largo cabello de su mujer; Las parejita de gorriones que se formó cuando eran jovenes y que lo eligieron como nido de sus primeros hijos; el chico de pecas, que no comprendía por qué su padre lo había dejado faltar tan fácilmente al colegio. Por fin encontró ese rostro, abrazado fuertemente a Silvia, ambos con lágrimas en los ojos. Recorrió el lugar donde Carlos se posaba y encontró el tatuaje que él le había confesado como primicia “Silvia y Carlos, unidos para siempre”. Aceleró un tren de sentimientos nostálgicos.
Las tardes en que Carlos y sus amigos, se fascinaban entre sí con las novedades de la vida. La noche en la que se quedó llorando junto a él durante largo tiempo, nunca supo el motivo. Las escondidas en las que Juancito perdía siempre aunque espiaba por debajo del codo. Las veces que se preguntaba, habiendo otros pequeños árboles, por qué lo elegían siempre como baño público. Se relajó agradablemente un poco más al recordar el aroma que dejaban esas lluvias de verano sobre su tierra. Aquellos pajaritos que acariciaban sus extremidades con suavidad. Las impresionantes orquestas de los atardeceres de verano. Aquel viento que venía por los inviernos que sacudía todo sus ser. El día que se apoyó sobre su rama principal, perdido de la bandada, ese cantante famoso. La sed calmada por la primera lluvia de la sequía de aquel año sufrido.
Un ruido a motor irrumpió abruptamente sus pensamientos.

Un escalofrío irritó sus extremidades haciendo vibrar sus hojas fuertemente, supo disimular el movimiento con el viento. El temor lastimó sus últimos racimos de valentía. Descubrió dimensiones desconocidas del dolor que cobró protagonismo principal cuando un ruido penetró sus fibras y una vibración comenzó a circular cada centímetro de su corteza. Una sierra sin filo cortaba por presión cada nervio explotando átomos de sufrimiento. Como globos al cielo, cientos de ocupas buscaron otro hogar.
La tierra comenzó a resquebrajarse formando surcos alrededor del árbol. Desde la grieta mayor la raíz principal conoció la luz del día. El movimiento antinatural provocó fisuras a través de todo su cuerpo. No resistió más, abandonó sus fuerzas y resistencia y dejó de sentir dolor.
La sabia se desparramó por toda la tierra, salpicó con un sentimiento de culpa a cada espectador. El crujido de las fisuras y fracturas de las ramas desgarraban como un bebé llorando.
En ese momento, un rocío inexplicable se desprendió de un cielo que no pronosticaba lluvia. Despabilando aquellos rostros adormecidos. Acarició cada centímetro de la tierra, que pareció abrazar la última raíz que se encontraba en su poder. Las máquinas doblegaron su potencia sin el resultado esperado. En ese momento, una lluvia feroz desató. Las bombas en forma de gotas enfurecieron y lastimaron los metales electrónicos. Rejuvenecieron una tierra seca logrando que él volviera a tener conciencia. Las fuerzas volvieron a sus ramas y los pensamientos positivos dominaron su estandarte. La gente sumó sus fuerzas y cuando Carlos tuvo la oportunidad corrió y a se abrazó a él. Se lanzó sobre su lomo y dejó escapar un grito liberando una angustia contenida que contagio rápidamente a todos los espectadores. Se unieron a Carlos y a su árbol. Juancito (ahora, Don Juan) se acostó sobre la raíz principal que estaba herida y la cubrió con tierra.
Las reacciones en cadena desconcertaron a las máquinas que abandonaron su objetivo. Apagaron sus motores y se retiraron del lugar.
La lluvia amainó y los llantos de tristeza rápidamente se convirtieron en lágrimas de alegría. Un gran festejo entre abrazos y gritos giraba alrededor del ombú.


Hoy es 15 de mayo, se cumple un año de la inauguración de la autopista que une el pueblo de Sur con la ciudad del Norte. En el kilómetro quince, hay un letrero verde que dice “ATENCIÓN: DESVIO PELIGROSO” y en letras mucho mas pequeñas se alcanza a leer “por Ombú Considerado Monumento Nacional”.

Ahora se siento muy importante, se siente valorado. Además tiene una plaquetita frente a él en forma de medalla de honor y una persona cuida de él.

Carlos volvió a su pueblo con su pelo blanco y sus manos arrugadas. Algunas tardes de sol se queda mirándolo por largas horas. La saluda como siempre con una palmada es su lomo. El ombú no puede creer que se sienta tan cálido como cuando eran niños

lunes, 22 de octubre de 2007

Torcuato

Te enseñan por qué la fotosintesis es primordial para la orquidea, la derivada de la raiz de x, la vida de Marcelo Teófilo de Alvear, objeto indirecto, la demografía de Fiji, la cantidad de agua que cae en las cataratas de Iguazú por segundo, cuantas estrellitas tiene la bandera de Estados Unidos, la composición del agua carbonizada, a decir buenos días en frances, que pasa si mezclas porotos con papel secante, cuantos es 32 grados farenheit, a disfrutar de las horas libres porque la maestra estaba cansada...
Y yo me pregunto... no podrían haber dedicado media hora para explicar cómo se trata a la gente jodida?