lunes, 24 de septiembre de 2007

Agotado

La virginidad se encontraba, en forma de polvo naranja, esparcida por toda la superficie. El descampado revelaba las irregularidades del terreno. La luz del lugar era proporcionada por una esfera roja que cubría tres cuartas partes del cielo. El único sonido era el mínimo ruido que producía el viento acariciando las orejas de Grease.
Grease, exploraba el lugar sigilosamente, cuidando cada paso como quien camina sobre un teclado de piano. La ansiedad recorría sus venas.
Al llegar a la cumbre de una superficie, ocurrió lo esperado. Un motor encendió la adrenalina que alentaba su pulso. Su corazón impulsó un caudal de sangre suficiente para abastecer a un mastodonte.
Grease, encontró lo que había anhelado durante años.
Una figura oscura posaba estoicamente sobre una columna blanca. El monumento que divisó tenía vida.
Dos pasos hacia atrás fue su primer instinto. Pero la curiosidad fue más que su inseguridad.
Caminó en dirección al ser vivo. Aumentó el ritmo e intensidad de la respiración ante cada paso. A pocos metros, pudo disitnguir unas garras color dorado usadas para sostener al desconocido.
Las emociones de intriga y temor, pelearon por ganar el podio de sus sentimientos.
Llegó a una mínima distancia de ese animal. Se atemorizó aún más al observar que el extraño no presentaba reacción.
Simuló el movimiento de tocarlo en reiteradas ocasiones para causar alguna resistencia. No encontró respuesta. Intentó eliminar un poco de adrenalina sobrante. Presionó su cabeza con ambas manos para juntarla con su pecho. Luego sacudió ágilmente todo su cuerpo. Sus manos temblaban intensamente y sus ojos se inundaron de unas lágrimas nerviosas.

Su corazón abandonó su función por unos instantes al observar lo que su retina decodificaba.

Unos ojos color sangre conectaron con Grease. Lesionaron su ego, aniquilando cualquier sentimiento de valentía. Los pómulos estrenaron una expresión en su rostro.
El único movimiento del desconocido fue extender una par de alas largas negras brillantes que proporcionaban una sombra intimidante. El escalofrió sufrido parecía no tener fin.

La muerte transitó libremente por el organismo de Grease. Pensamiento que impulsó un mínimo de reacción. Caminó dos pasos hacia atrás tropezando con una piedra. Pudo extirpar de su vientre, un alarido que finalizó un segundo antes de romper su garganta.

A sus espaldas estaba el temor que se relamía por avanzar en sus pensamientos. Toda su vida había estado sometido a él. Alimentándolo en cada elección de evitarlo. Unas sombras internas arrancaban su cabeza con esas garras perfectas.

Podría haberse disipado rápidamente. No enfrentarlo nunca más y volver a su soledad, tan cómoda y segura.
Sin embargo, se incorporó con seguridad, sin dar vueltas, quitó las partículas naranja de su pantalón, aparentando tranquilidad.
Bajó suavemente la barbilla, clavó sus ojos con los del extraño, que intentó inspirar terror en Grease. Solo causó una adrenalina que supo manejar. Internalizando el estremecimiento, identificó un cambio de expresión.
Ambos inclinaron levemente su cabezas hacia un lado, sin despegar la vista uno del otro.
Erizando su piel, Grease logró entrar en el trance más fuerte de su vida.
Gimiendo las anomalías de ese momento. Navegó por el desierto de su alma, reluciendo sus peores recuerdos. La sangre coagulada de su interior, se dispersó por todo su cuerpo. Continuaron petrificados durante unos instantes que parecieron horas. Se estaban aniquilando lentamente, pero el orgullo fue más. El sentimiento generado era superior al propio. Un frío maligno quemó su nuca, hirió el valor de uno, que desparramó una lágrima cargada del peor de los miedos. La angustia de la soledad rondaba por esos dos cuerpos, uno más débil mordiendo la piel del espantoso desconocido. Eliminando el pudor, se fueron fundiendo en una mirada, que entraba en calor lentamente. Se olvidaron de sus prejuicios. Se fundieron en un eclipse eterno. El tiempo se detuvo verdaderamente. Era una sensación inexplicable.
Su mejor momento vivido estaba ocurriendo, no podía romperlo con las malditas inseguridades.

Grease fue saliendo lentamente de su trance. Desaceleró el curso de sus pensamiento.

Sorprendidamente, observó pieles descamándose. Esos sentimientos oscuros, de vacío y sequedad desparramados por el suelo. Los miró con pena y casi nada de culpa.
Al fin, sus emociones no tenían esos filtros que tapaban sus venas.
Grease tuvo una impresión de felicidad.
Se había encontrado con él mismo nuevamente. Eso que andaba desconcertado entre sus sueños perdidos volvió a su cuerpo. Ahora era un ser de una sensibilidad totalmente especial.
Con una sonrisa interna y paz nunca antes conocida desplegó sus alas negras brillantes. Con el envión de sus patas doradas, Grease inició su primer vuelo.

2 comentarios:

Alejandra Dening dijo...

WOW! Me gustó como quedó, me fue metiendo cada vez más adentro de la situación, mucho suspenso.
Si tuviera que elegir una imagen, sería esta: "Se fundieron en un eclipse eterno"
Me pareció genial!

Besos!

Ivelisse dijo...

BRUTAL! como has cogido vuelo tú