martes, 6 de agosto de 2013

Ariente unicornio guardado

Las luces estaban ideadas estratégicamente para que no cumplan su función. El saxo sonando de fondo seducía a la dama más reprimida. El orden de los ambientes demostraba un adjetivo totalmente ajeno a mí.
La ansiedad, en forma de falta de aire, gobernaba mi cuerpo. El deshabituado cigarrillo no cumplió efecto sedante alguno, sólo dejó aliento no deseado y malestar en mi cabeza. Extirpé ese olor, que me desagradó siempre en otras personas. El espejo me obligó a usar una tijera en la zona privilegiada, el bello púbico disminuye el tamaño de mi orgullo.

La anhelada visita se llama Laura. Faltan cinco minutos para que llegue a casa. Cada segundo transcurrido agudiza mi deseo. Habitualmente nos encontramos y, pocas palabras mediante, nos inundados de placer. Tenemos una gran relación sexual. Únicamente. Nadie sabe mucho del otro.
Faltando un minuto para el gran momento, la oscuridad se apoderó de mí. Ese mensaje satánico llegó a mi celular. La impunidad de esas palabras describían: "Se me complicó, lo dejamos para otra ocasión, Besos Lau".
Acaricié mi pelo exteriorizando la resignación.
Cómo explicarle lo que significaban esas palabras a mi deseoso cuerpo. Está totalmente lejos de comprender esa tecnología.
La energía de la adrenalina aún circulaba por mis avenidas con total imprudencia.
Debía descargar la angustia de la soledad.
La solución en forma de resignación no tardó en llegar.
No tuve escapatoria.
Mi pantalón fue desprendiéndose disimuladamente. Pensé engañar a mi sexo con la presencia de Laura. Definitivamente ella no se lo merecía. Fui por el camino habitual.
Mi primer video, la escena preferida, el momento adecuado. La cara de la actriz parece verídica.
La sangre comenzó a fluir por mi cuerpo con total libertad. Algunas caricias mediante ya me encontraba en mi máxima expresión.
Desplazando el video, una chica de mi trabajo se adueñó del primer plano de mi mente. Mi imaginación ahora tiene el control. La perpetua seductora salió de su escritorio y, gateando, se acercó a mí. Empujó mi pecho hacia atrás de una forma brusca pero adecuada. Logró que me relajara. Desgarró el único atuendo que cubría mi miembro. Clavó sus ojos sin ninguna timidez. Su mirada dejaba al descubierto la pasión que había dominado su sexo. Lo tomó con una mano y sonrió sin gracia. Su garganta parecía no tener fin. Me gustaba como lo hacía. No sentía sus dientes y su saliva lubricaba de manera perfecta.
En ese momento mi cuerpo se contrajo íntegramente y unos mimos internos liberaron un placer inusitado en el alma.
Mi imaginación me regaló un estallar que acompañé con un grito salvaje. Mezcla de alegría, dolor, y satisfacción. Éxtasis total en mi ser. Descargué extrema energía. Un escalofrío recorrió mi cuello. Mi piel erizó cada uno de mis bellos.
Estaba extenuado y muy relajado a su vez.
Me disponía a comer la comida que quedó de ayer.
Saqué el arroz con atún frío de la heladera. No tenía ganas de calentarlo, pensaba comer y dormir plácidamente.
En ese instante, un sonido me regaló otra "grata" sorpresa en forma de mensaje. "Listo, arreglé todo, estoy abajo, ¿me abris? Bes Lau."

"Quizás sea el momento de que hablemos un poco".

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