lunes, 4 de enero de 2010

Cusco 7 - América Mía

Me levanté y prendí por primera vez en todo el viaje el celular. Era Jueves 24 de Diciembre a las 10pm hora Argentina. Si le sumaba dos horas, estábamos en navidad. Buenísimo, ya había eliminado la presión de no estar solo en Navidad. Salí de mi habitación y saludé con unas efervescentes “felicidades”, me miraron raro, miré la hora de ellos. Ah, eran las 10pm efectivamente. El celular tenía un sistema para poner la hora local que desconocía. No quería salir todavía, me fui a meditar media hora al cuarto. Fui al restaurante de la española que había conocido. Estaba cerrado. En eso, un hombre me para en la calle: "Argentino?" "Si" "Querés marihuana, cocaína?". Me causó “gracia” que asocie mi país a las drogas. En serio, me dice. Le contesté con mi cara de negación y un poco indignado.
Fui a la plaza central. Llovía y las únicas personas que había eran unas personas tiradas en un techo. No tenían nada que festejar. Podía haberme unido a ellas, pero tenían una energía muy baja. Me los quedé mirando un rato bajo la lluvia. Me dio pena pero no podía clavarme con eso. Yo tenia mucho que festejar. Buscaba un lugar autóctono, pero nada. Así que entré a un bar irlandés. Pedí comida y la cocina ya estaba cerrada. Salí rápidamente del lugar, caminé entre las personas sin hogar nuevamente, miraba los rostros, eran rostros perdidos. Mi sensibilidad me dio tristeza así que evadí la situación, no tenía ganas de deprimirme en Navidad.
Entré a un hostel, lleno de turistas también. Hay comida? Si, obvio. Doy una vuelta recorriendo el lugar para encontrar el baño e inspeccionar el lugar.
En el análisis, tenía para pasar mis navidades con una pareja y una chica que estaban en la barra o con una chica sola.
Elegí a la chica sola sentada en la barra. Tomaba su vino y fumaba cigarrillos.
La chica, era muy linda por lo que se veía. Me senté a su lado, en realidad, dejando un asiento de por medio, para que no sea tan obvio.
Dejé pasar un tiempo en silencio, ella me aceptó corporalmente, había notado mi presencia.
Yo estaba apático, creo que me había dejado mal ver las navidades de otras personas sin nada para festejar.
Luego del silencio, lo interrumpí yo con un “como yo, sola en navidad?”. No sé me ocurrió nada más inteligente. Había pocas probabilidades que hable mi idioma. Igual me respondió en español. Sí, sola y contenta. Ok, quizás le molestaba hablar, pensé, pero se refería a sola sin familia. Era muy joven y tenía una belleza fuera de lo común.
Sus ojos estaban rodeados por largas pestañas, su boca tenía los labios perfectos, la dentadura también, y la nariz era muy finitia. El pelo lacio y largo. El cuerpo hacía armonía con su perfecto rostro.
Cuál es el que me falta? Me señalo una foto de los Beatles y me dijo. “John, Paul y Ringo”. “Harrison” le respondí.
Sabías que Paul murió en el año 65. Hablamos sobre el mito que dice que Paul Mccarteny fue remplazado por un doble para que no baje la fama de los Beatles. Yo era muy escéptico al respecto. No me imaginaba John permitiendolo. De todas formas sirvió para conocernos un poco más, por ejemplo que su nombre era Melissa y que era de Lima.
Le dije que estaba contento de pasar mis navidades con ella. Entramos en confianza muy rapido. Le conte que iba a ir a Machu Pichu maniana y ella dijo que podría venir conmigo. Rápida y amenamente se hicieron 25 de Diciembre a las 0hs. Yo me había ido a la ventana a ver los fuegos artificiales de la plaza central de Cusco. No había mucho por la lluvia. Pero en eso me tocan la espalda suavemente. Feliz Navidad, era ella que me había venido a buscar para brindar. Brinde con ella en cusco, estaba muy bien. Le dije que se quedara conmigo viendo la plaza pero me dijo que le tenía miedo a los fuegos artificiales. Que ternura. Nos fuimos a sentar. Al rato viene una pareja y se sienta al lado nuestro en la barra. Les pregunté si conocían la historia de Paul y me dicen que “Sí, obvio”. Quizás en su país era más conocida, pero eran dos hermanos argentinos también.
Melissa, de repente, sin haberlo consultado conmigo, le dijo a la pareja que íbamos a ir a un boliche, que si querían nos encontrábamos ahí. O sea me incluyo en su tour a bailar. Me puse contento internamente.
Los argentinos se despidieron, y nosotros bajamos. Con Melissa tomamos dos copas de vino y yo ya estaba bastante mareado. Bajamos a la Plaza de Armas y la cruzamos caminando muy juntos sin abrazarnos: mezcla de mareo, frío y ganas de estar cerca del otro. Les compré unos chicles a unos chiquitos por dos soles. Les di uno a cada uno, los chicos querían dos soles cada uno y Meli se enojó conmigo y con los chicos, les dijo que no le iba a comprar nada por desagradecidos. A Meli no le gustaba dar plata a la gente que pide, decía que es alimentar la carencia. Yo le dije a que mi me gustaba dar. Durante todo el viaje siempre que vinieron a pedirme monedas, de alguna forma algo les daba. Ella no entendía por qué, yo no se lo podía explicar bien.
Llegamos al boliche que se llama Africa Mía, ni bien entramos fuimos a la barra a pedir un trago. No nos atendían, por lo que Meli, se pasó del otro lado de la barra y le tocó el hombro al barman. El flaco se sorprendió, creo que nadie había hecho antes, le pide que vaya para el otro lado de la barra. Después hacía como que atendía a la gente. Era muy divertido. Nos trajeron el trago y lo pagamos. Nos fuimos a la pista a bailar. Meli bailaba muy bien y me miraba cuando yo bailaba, lo estábamos disfrutando mucho. Por momentos nos olvidábamos que había más gente, había conexión entre nosotros, mucha. En un baile comenzamos a posar nuestros rostros cerca del otro. La situación la cercanía de caras se prolongo. Yo anhelaba mucho un beso, así que puse mis labios cercas de los de ella. Y ella no se alejó.
Entonces las puertas del cielo se abrieron y mis labios rozaron los de ella. Había total dulzura en el ambiente. Fue un beso cálido, donde nuestras bocas se estaban conociendo. Mis labios repercutían con sensación de bienestar en todo mi cuerpo. Mi mejor Navidad estaba sucediendo. Gracias Jesús! Seguimos bailando, por largo tiempo. Había momentos en que solo nuestras manos bailaban en un trance profundo.
Los besos habían amainado y yo ya tenía ganas nuevamente. Entonces le pregunto “me das un beso”. “No”, me dijo seriamente. Me sentí afligido. Me fui solo a pedir un agua a la barra y pensaba que hacía alrededor de tres horas que estábamos todo el tiempo juntos. Quizás estábamos un poco alienados. Así que me quedé un ratito por la barra y después me fui al baño. Habían pasado unos quince minutos, volví con ella. Ella estaba tomando sus cosas para irse. “Adónde estabas? Por que me dejaste sola?”. Ella estaba realmente mal. “De repente me vi en este lugar y sola…”. Me desubicó, la pensaba más independiente, y que no me había querido besar la última vez porque estábamos muy pegados. “No lo hagas mas por favor” me dijo. Nunca un reclamo me cayó tan bien. “Obvio, perdóname”. Nos besamos nuevamente. Entendí que a Meli no le gusta besarse mucho en público.
Nos fuimos del lugar caminando por la noche de Cusco. Quise besarla y me dijo. “No me gustan las parejas que se besan en la calle”. Coincido bastante con ese pensamiento así que tampoco la besé. Le dije que quería dormir con ella. Ella me dijo que mañana venía conmigo al Machu Pichu. Es decir íbamos a dormir juntos en Aguas Calientes que es el pueblo que queda debajo.
De todas formas, me invitó a su hostel a que lo conozca.

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