martes, 14 de agosto de 2007

Trip

Ingreso a mi casa y ante mis ojos veo ese desparramo de placeres. Ese ser desconocido jugando con mi propia fuente de placer. La parálisis de mi corazón duró unos instantes, clavando unas lágrimas de fuego en mi vientre. Tus saciados ojos conectaron con los míos. Esperé, al menos, una mirada de sorpresa mezclada con arrepentimiento. Encontré una impunidad perversa disfrutando de mi terrible despertar.
Podría haberlo matado. Podría haberte matado. Podría haber destruido aquella casa. Sin embargo, cerré la puerta silenciosamente y eche a andar.
La sangre en forma de odio fluía por todo mi Ser. Venganza, ira y pena luchando por ganar el podio de mis sentimientos.
Escapé a mi realidad y eché a andar por las calles vacías de mi alma. Mi pie pesó sobre el acelerador que no amainó sobre ninguna conciencia. Las velocidades superaron cualquier precaución concebida.
Al pasar por la esquina de siempre, una anciana cruzando a paso firme me obligaba a detener mi ira. Producir su daño físico produciría una engañada satisfacción. Su vida estaba en mis manos. Este poder hizo que la piedad de mi extremidad la salvara por pocos centímetros. Sus ojos de misericordia clavaron directamente en mi estómago. Pude reconocer agradecimiento en su vida. Estábamos confortablemente paralizados. Nos comunicamos espantosamente por un indeterminado tiempo. Sentía la presencia de un ser divino ante mi, gratificándome el poco de conciencia que asumí ante ella.
Atravecé algunas vueltas más por mi cabeza y me dispuse a volver a esa casa. Debía enfrentar un insensible destino. Con un frío pensamiento pretendía interrumpir la situación.
Bajé del auto dispuesto a ingresar cuando observo a la delicada señora acercándose lentamente. Logro divisar sus ojos celestes muy transparentes escondidos bajo una larga cabellera ceniza. Se Aproximaba a mí con sincera seguridad. Esperaba unas palabras, la intriga de aquella mujer divina me estaba acechando. Pasó por delante de mí sigilosamente. Pude notar una leve sonrisa en su rostro.
Era una simple señora avejentada. Fue toda mi fantasia. Significó unicamente un susto del pasado.
Dejé la casa para siempre recuperando solamente mi dignidad. Decidí buscar un camino menos sinuoso.
Nunca más aceleré mi vida a tan alta velocidad.
Las ilusiones han consumido la mayor parte de mis deseos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bien el tiburon, realmente noto grandeza en tus palabras y sabiduria en este aprendizaje de la escritura.